La totalidad de la madera se produce en la llamada Guinea
continental; sus 26.000 kilómetros cuadrados están cubiertos de un inmenso bosque
tropical, en el que se entremezclan las más variadas especies, de una forma imposible
de imaginar en- las regiones no ecuatoriales.
En la Península los bosques son de una sola variedad de árboles
a lo sumo, dos o tres, álamos, pinos, robles, etc. En Guinea, no; allí se
entremezclan unas variedades con otras, de manera que hace muy difícil una clasificación
y ordenación de las arboles existentes, para llegar a una averiguación real de
la riqueza maderera de la provincia.
Las zonas actualmente puestas en explotación se encuentran
en el suroeste de Guinea, enmarcadas en una región que se extiende desde los
rápidos del río Benito, en Senye hasta la desembocadura de este en el Atlántico;
sigue la línea de la costa bacia el Sur hasta llegar al rio Muni y Koga, para ascender
por el rio Manyani. Otra zona secundaria se ha puesto en explotación hace pocos
años en la vertiente norte de Mobia, cerca del rio Campo. Toda esta vasta zona
abarca unas 240.000 hectáreas, concentrándose en una faja costera de unos 130 kilómetros
de profundidad, a lo largo de los principales ríos para facilitar el traslado
de madera hacia los puertos, por ser insuficientes las carreteras, y caminos, máxime
cuando muchos de estos ultimas se hacen intransitables en la época de las
lluvias, para atender a las necesidades, cada vez mayores, de transporte.
Las dificultades para conocer la verdadera riqueza de los
bosques y para verificar su explotación racional, así coma las inconvenientes
para el traslado de los troncos a los puertos, han hecho que en los primeros
tiempos el aprovechamiento de la madera no se haya ajustado estrictamente a la
mejor técnica forestal. Al principio, las concesiones madereras se establecían
en las riberas de los ríos, en las zonas más próximas a la costa, para poder
sacar la madera con el menor gasto posible; pero pronto hubo que adentrarse más
al interior, al agotarse aquellas, con lo que bt1.bo necesidad de construir
carreteras, caminos y ferrocarriles. Al propio tiempo se fue modernizando la explotación
para hacerla menos costosa y más rápida. Las concesiones de terrenos a las
sociedades madereras se suspendieron en 193 0 a la vista de las dificultades que
ofrecía la extracción de la madera, principalmente par falta de mano de obra.
Al terminar la guerra de Liberación se trazaron planes para
una mejor explotación de la riqueza maderera, habida cuenta de nuestras mayores
necesidades de madera y las dificultades para su importación de otros países, por
la segunda guerra mundial y la escasez de divisas. En el año 1945 se efectuaron
nuevas concesiones, terminando así una etapa de quince años de estabilización en
la producción. Los desvelos del Gobierno, por un lado, y de las autoridades
locales, par otro, mejoraron rápidamente las condiciones de trabajo y la técnica
de explotación con el fin de lograr un total aprovechamiento de la inmensa riqueza
que guarda la provincia de Guinea en la profundidad de sus bosques.
Los trabajos realizados durante largos años para nuestros
ingenieros y técnicos han permitido la clasificación de más de un centenar de especies
arbóreas, pero podemos considerar como principales las 27 que enumeramos a continuación.
De estas, 13 como esenciales para sus múltiples usos y 14 de una menor 1rnpartancia,
por sus aplicaciones más reducidas.
En primer lugar, nos referiremos a las de menor interés.
Son las siguientes. Abeday, de madera bellísima, muy apta para ebanistería fina; no es muy abundante
esta especie por sus peculiares condiciones de cultivo. Afó, de color amarillento,
de aplicación en ebanistería y muy resistente a la putrefacción. Alep, de escasas
aplicaciones por su mala conservación. Andung, de color blanco y muy resistente:
no abunda mucho, lo que redunda en perjuicio de su interés comercial. Badi, de gran
fortaleza; se encuentra en abundancia, pero muy diseminado por toda la
provincia. Bokapi es una de las mejores maderas que se encuentran en Guinea, con
excepcionales; aplicaciones en ebanistería. Calabo, de escasas aplicaciones por
su facilidad para ser atacada por insectos, y su fragilidad. Ceiba, de color canela,
muy abundante, pero de poco valor comercial por su fácil putrescibilidad. Ekun,
de color- naranja, muy abundante; es poco resistente a los agentes atmosféricos.
Emien, se pudre con facilidad. Miam, de gran fortaleza, a condición de que esté
bien seca. Okolanguma, utilizable para trabajos poco finos.
Otunga, de gran resistencia y con buenas condiciones de conservación.
Y por último el Ozigo, parecido al okume, pero por ser más basto tiene menos aplicaciones.
Las que revisten mayor interés comercial son las siguientes:
Bahia, abundante y de muy fácil repoblación; ha empezado a utilizarse hace poco
tiempo. pero por sus excepcionales condiciones se ha· abierto camino rápidamente
convirtiéndose en una de las maderas más solicitadas. Caoba, de iguales
aplicaciones que la madera americana. lroko, con gran número de usos par su
imputrescibilidad. Limba, utilizable para fabricación de muebles económicos y tablero
contrachapado. Moabi, de clase excelente, lo que la convierte en apta para multitud
de aplicaciones, desde mobiliario hasta vagones de ferrocarril. Nogal, sustituye
con ventaja al europeo: con iguales aplicaciones. Okume, la principal y más
codiciada de Guinea, de la que más adelante nos ocuparemos.
Palisandro, una de las más bellas maderas de la provincia, de una dureza extraordinaria. Palo amarillo, con gran resistencia y muy flexible. Palo de hierro, de gran resistencia es imputrescible; es muy abundante Palo rojo, así llamado por su color rojizo, apta para ebanistería fina. Roble, muy resistente a los hongos y agentes atmosféricos, que tiene gran número de aplicaciones: espec1al para construcciones exteriores. Y finalmente la Ukola, muy bella para ebanistería de lujo y decoración. Okume, por sus múltiples aplicaciones, se ha convertido en una de las maderas predilectas de la industria, pese a ser una de la~ maderas de más reciente utilización, pues su descubrimiento se remonta a los últimos años del siglo XIX. Este árbol solo se produce en el Gabón francés y en Guinea, por lo que, dado su interés, es muy solicitada su madera en todos los países. La principal aplicación es la manufactura del tablero contrachapado, cada vez de mayor uso par sus excepcionales cualidades, entre las que descuella su enorme resistencia en relación con su reducido peso, su casi nula contracción y su resistencia al abarquillamiento. Su empleo supone una gran economía, pues cada metro cubico de madera transformada en tablero supone un ahorro de tres metros cúbicos de madera de carpintería. De aquí la rápida extensión de su uso. En España se ha pasado de una producción de 27.000 metros cúbicos en 1946 a 56.000 en 1956, es decir, se ha duplicado en el corto espacio de once años.
Existen actualmente unas 20 empresas madereras dedicadas a la
explotación forestal, que con la adecuada dirección técnica han incrementado la
producción en los últimos años, duplicándola en el breve plazo de siete, de 1952
a 1958. Las 31.824 toneladas de 19'30 se habían convertido en 73.000 en 1950 para
llegar a 183.182 en 1958. Los resulta dos no pueden ser más excelentes, que mejor
se aprecian en el siguiente cuadro, según cifras de la Dirección General de
Provincias Africanas.
La exportación de maderas a la Península ha seguido el mismo ritmo, pasando de toneladas 18.000 en 1 926, primer año en que se iniciaron las estadísticas, a 165.114 en 195 7, observándose el aumento al correr de los años.
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