Artículo publicado por la revista Bois et Forets y traducido
por Antonio Iglesias, secretario Asesor del Sindicato Maderero de Guinea.
MADERAS TOXICAS
Algunas maderas pueden provocar a veces accidentes fisiológicos
en la mayoría de los casos dermatitis. Si las causas químicas o físicas
permanecen hasta el día de hoy mal conocidas, todavía está establecido que en
general se trata de fenómenos de sensibilización afectando a cada individuo
según su propia receptividad.
Los casos tóxicos son tan raros y sus efectos molestan tan
poco, que las especies incriminadas no merecen ser puestas de lado. Las
precauciones para evitar tales accidentes son sencillas y de costo
insignificante.
Entre los obstáculos susceptibles de retrasar el desarrollo
de la utilización de las maneras tropicales se señalan a veces algunas de entre
ellas que producen al trabajarlas polvos nocivos que ocasionan a los obreros
irritaciones y diversas molestias patológicas. De vez en cuando son divulgadas
informaciones más o menos exactas entre el público o en los medios del
comercio, de la artesanía y de la industria que frenan el desarrollo de ciertas
especies, haciendo que en dichos medios se tenga una verdadera desconfianza
entorpeciendo los trabajos en la madera. Hemos pensado que el problema merecía
ser estudiado; también nos hemos esforzado en reunir una documentación objetiva
sobre la cuestión, especialmente interrogando directamente a muchos
trabajadores o especialistas de la madera: forestales, aserradores,
carpinteros, ebanistas, industriales, hombres de ciencia, etc. A todos
agradecemos vivamente los informes que amablemente nos han suministrado. Indicaremos
más adelante los principales hechos observados; después de imponer su justo
valor a las exageraciones respecto de algunas especies, examinaremos
sucintamente las precauciones simples que conviene adoptar para evitar los
accidentes de toxicidad. Actualmente se están realizando trabajos de
laboratorios bastante numerosos; sus principales objetivos son la investigación
y la identificación de las maderas a las que se atribuyen sustancias toxicas o
susceptibles de volverse toxicas en un momento cualquiera del trabajo que se
realiza con las mismas. próximamente, esperamos estar en disposición de dar a
conocer algunos resultados ciertamente positivos en un estudio sobre la captación
y análisis de los polvos de madera.
HISTORIA
Es muy verosímil que desde la más remota antigüedad los
trabajadores se haya comprobado que algunos de entre ellos se ponían
indispuestos cuando utilizaban ciertas especies.
Es posible que los obreros del templo de Salomón sangrasen
por la nariz al cepillar la madera de Teca que procedía de las Indias, o bien
los emisarios de la reina Hatchepsut en Hadhramaut o en el país de Pount
sintieran la imperiosa necesidad de rascarse después de haber cortado los árboles
de mirra y otros de los cuales extrañan las resinas, los nardos y los inciensos
de los que los sacerdotes de los faraones hacían un enorme consumo. Pero todo
esto no es, aunque verosímil, nada más que hipótesis.
La primera relación que se conoce de un fenómeno de
toxicidad de una madera se
encuentra en un viejo documento chino del siglo VII antes de
Jesucristo: el Ping Yuan Hon Lun; el Rhus vernicifera, del cual Jos barnizadores
del Extremo Oriente extraían sus barnices tan preciosos y en cuyo documento se
cita que provocaban dermatitis diversas.
Plinio el Joven refiere, por otra parte, que la esencia del
pino puede irritar la piel. Escribe que se ha visto a obreros que cortaban pinos
tener la respiración impedida debido a la inhalación del olor de estos árboles y
producir vivas irritaciones de la piel que Les impedían trabajar. Es curioso
comprobar esto por las prohibiciones 1ue han sido hechas en numerosas empresas
de pintura y de ebanistería, particularmente de utilizar esencias de trementina
de origen sueco.
En estas empresas se denunciaron numerosos casos de
dermatitis vesícula eritematosas de las manos y de la cara .. Una encuesta
demostró que estos accidentes sobrevenían al sustituir, por razones económicas,
una esencia de trementina de origen sueco par la esencia de trementina
francesa. Resulta que la esencia sueca proviene de la destilación directa de ciertas
maderas resinosas,
especialmente del género Pinus, mientras que la esencia francesa
precede de la destilación de la resina. La esencia sueca contiene sustancias agresivas
y sensibilizantes, terpenos en particular I que no existen o se hallan en
débil cantidad en las esencias francesas.
La vuelta al empleo de las esencias francesas hizo que
cesaran los accidentes observados.
Las coníferas son raramente incriminadas por los detractores
que huyen de los fenómenos de toxicidad. Sin embargo, Peche he ha señalado que
todas las coníferas puedan eritemas, así como también eczemas o fenómenos erisipeloides.
Han sido hechas racionalmente experiencias en particular por el Dr. Raoul Bernard,
quien ha demostrado la toxicidad de la esencia de pino sabre ciertos individuos.
La primera observación sistemática que conocemos de un fenómeno de toxicidad imputable
a la madera se debe a Jonwa, quien observó en 1893 a los obreros de los astilleros
navales de la Clyde. Estos trabajan en especies muy diversas; entre ellos Jones
noto que sufrían picazones y sangraban de 1a nariz. Igualmente, en el año 1893 Sternberg
hizo una encuesta sistemática entre los obreros carpinteros y ebanistas de Viena
en Austria.
En 1902 Oliver observo diversos casos en Edimburgo entre los
obreros de los astilleros navales. Comprobó que las intoxicaciones sobrevenían con
especies bien determinadas y las atribuyó a la sequoia, la madera de rosa y la
madera satinada. En estos trabajos anotamos dos puntos interesantes:
1º Las maderas así acusadas están mal definidas; el problema
de la identificación está mal resuelto; las etiquetas de Oliver «sequoia»,
«madera de rosa», «madera satinada», nos parecen muy imprecisas y no nos permiten
señalar una madera bien determinada, una especie. Numerosas observaciones de fenómenos
de toxicidad de la madera pierden casi todo su valor porque la madera no ha sido
identificada correctamente.
2º Las maderas incriminadas son casi siempre maderas importadas;
es curioso notar que las acusaciones de toxicidad han sido hechas contra las
maderas procedentes del extranjero casi siempre. Por otra parte, si se dividen las
especies en dos grandes grupos esquemáticos: maderas templadas y maderas
tropicales, el informe de las maderas tóxicas y de las maderas no tóxicas es
sensiblemente el mismo en estos dos grupos.
¿Qué especie ha adquirido mejor carta de ciudadanía
entre nosotros que el roble? Sin embargo, le atribuyen numerosas molestias fisiológicas.
Por primera vez en 1905 Ewans acusa a la madera de teca de ser
la autora de dermatitis diversas. La acusación se ha hecho repetidamente colocando
a menudo esta madera en primer lugar entre las más toxicas.
Este lugar poco envidiable le ha sido arrebatado actualmente,
al parecer, por el iroko (annang), cuya nocividad ha sido señalada desde 1914
por Loro.
El año 1907 vio la aparición en Londres de un importante
informe oficial ordenado por el Gobierno Británico; en dicho informe se mencionaron
todos los casos de intoxicación observados en los años precedentes. Las conclusiones
son bastante ligeras, sin embargo, el autor insiste sobre el hecho de que las
maderas exóticas son a menudo la causa; señala igualmente la rareza de los casos
y su ligereza; prescribe a título preventivo una careta para el polvo.
Horand acusa a dos maderas en el debate en 1914: el palisandro
y el castaño. No precisa de que palisandro ni de que castaño se trata, ni de
donde provienen los que él ha visto provocar los accidentes.
Peche fija en 1939 una nueva orientación al asunto. Señala
diversos fenómenos: flictenas debidas al nogal satinado de América, urticaria
pruriginosa producida por la madera de rosa de las Indias, eczema provocado por
la teca de Asia, dermatitis en forma de erisipela por el avodire y diversos fenómenos
eczematiformes debidos a la madera de ámbar o humamelidea, al limonero, al olon,
al makore . En fin, el zenga de las Indias es señalado como susceptible de
provocar una dermatitis muy pruriginosa, molestias nerviosas y fenómenos graves
que pueden provocar la muerte.
En 194ó Jones insistió en un informe sobre el hecho de que
las maderas exóticas no eran las {micas capaces de provocar intoxicaciones.
Cita el roble y el haya entre las esencias que
irrefutablemente han causado dermatitis y refiere casos imputables a la corteza
del abedul y al castaño.
Entre las especies templadas el roble es el frecuentemente acusado.
En particular es preciso citar los accidentes debidos a la «madera verde» o «roble
de mayo». Cuando los cortes son muy tardíos las maderas recobran su vigor, les circula
la savia y es bastante corriente observar dermatitis entre los leñadores que
abaten los robles que comienzan a revivir en esta época del año.
Además del roble también han sido acusados otros arboles;
entre ellos el haya, algunas veces el álamo --citado por primera vez, al parecer,
por Pusey-, el castaño, la falsa acacia, el abedul. El aserrado del citiso
puede provocar dermatitis, irritaciones de la garganta, vómitos, dolores de vientre,
mal de cabeza, desvanecimientos y aún sincopes. El aserrado de ciertos arces
produce a veces ligeros accidentes pulmonares; al parecer estos son provocados por
partículas de sílice retenidas por la madera.
Todas las resinosas y el Gymnocladus en particular han sido consideradas
por diversos autores como capaces de provocar irritaciones.
Parece que en la mayor parte de los casos estas irritaciones
son debidas a las resinas o a las esencias.
SINTOMAS
La gama de los síntomas observados en los diferentes casos
de intoxicación por la madera es bastante extensa. La mayor parte pueden
provocar irritaciones de la piel o de las mucosas.
. Generalmente las partes expuestas a los polvos se ponen
rojas. Después se forman hinchazones, vejigas, granos, pústulas. Estos síntomas,
acompañados de ordinario por una sensación de malestar, pesadeces, una vaga
somnolencia, inapetencia más o menos manifiesta, vértigos, irregularidad en los
movimientos del corazón, sudores fríos, opresión retroesternal; la garganta está
seca, irritada, la respiración se hace difícil; se reconocen en totalidad o en parte
los síntomas de bronquitis y sobre todo de asma. Es muy importante compulsar
este paralelo con el asma, observando que existe entre algunos obreros una predisposición
manifiesta que se opone a la costumbre de la mayoría. Es Vechselmann quien
primero habla de anafilaxia en 1909; este había notado que una importante población
observada de ebanistas y carpinteros, los intoxicados par la madera, eran en su
mayoría antiguos eczematosos; su primer eczema había sido contraído en
circunstancias muy diversas; después de una curación aparentemente total habían
vuelto a su trabajo; sensibilizados por su primer acceso eczematoso tuvieron rápidamente
un segundo acceso, provocado por la inspiración de polvos de madera.
Desgraciadamente las esencias causantes no fueron rigurosamente identificadas. Techselmann
observó igualmente que los síntomas aparecían sobre todo en individuos débiles
o mal nutridos.
Los síntomas varían de un individuo a otro; varían también
en cuanto a la madera responsable. Hay probablemente un efecto especifico de tal
o cual sustancia química.
La vía de entrada tiene muy ciertamente importancia, según que
un mismo polvo de madera tóxica sea inalada o solamente se ponga en contacto con
las manos podrá haber una intoxicación en forma de asma en el primer caso o de simples
rojeces localizadas en el segundo.
Se sabe de casos que en la irritación se produjo en toda
la parte del cuerpo que estuvo expuesta. Así, la madera Metopium Brownei Urban el
polvo negro de la madera de Honduras británica, del Yucatán, de Guatemala, del Estado
de Veracruz v de las Grandes Antillas causa una inflamación dolorosa y duradera
de la parte del cuerpo con la cual haya estado en contacto. El polvo blanco de
la madera de las mismas regiones madera Cameraria Belizensis, Stand: Apocynacia,
causa efectos parecidos, quizá menos duraderos, pero nadie escapa a su acción;
todos los que la tocan son atacados.
Los síntomas de intoxicación que pueden producirse no sobrevienen
generalmente sino al cabo de un contacto bastante prolongado con la madera, del
orden de varios minutos a varias horas. Sucede, sin embargo, que el paciente no
se vuelve sensible sino al cabo de numerosos años de trabajo. Hay ebanistas que
trabajan toda su vida sin inconveniente en maderas consideradas como tóxicas: el
Angélico, la madera de Rosa, los Palisandros, y bruscamente, se vuelven sensibles
y se sienten enfermos o intoxicados.
En algunos casos excepcionales es suficiente un contacto muy
breve con la especie responsable para que sobrevengan las primeras manifestaciones
anormales; los eucaliptus E. hemiphloia y E. maculata son temidos por los indígenas
de Nueva Zelanda porque el látex que contienen sus cortezas es muy irritante para
la pie] y porque por el solo hecho de aproximarse a uno de estos 3 árboles basta
para provocar la explosión le bolsas de látex y la proyección de la sustancia nociva.
Generalmente las maderas frescas son las más tóxicas-.
Parece que ciertas sustancias nocivas son conducidas por la savia, y estas amenguas
probablemente después que la madera ha estado largo tiempo expuesta al aire, por
las oxidaciones que modifican y anulan su toxicidad. En algunos casos las maderas
viejas son más tóxicas que las maderas frescas; tocar viejos muebles muy usados
de madera de Aroeira origina a menudo irritaciones violentas de la piel,
mientras que los muebles recientes o la madera fresca no son prácticamente tóxicos;
al parecer el uso de las maderas que tienen en su superficie sustancias sólidas
quizá la sílice es lo que hace que se lastime la piel a su contacto.
Las molestias producidas por la toxicidad de las maderas son
esencialmente dermatitis y fenómenos de intoxicación respiratoria.
Estas dermatitis están delimitadas al ejercicio de una profesión
y se llaman dermatitis profesionales».
Se llaman dermatitis orto-órgicas las que se producen
siempre en un individuo cualquiera bajo el efecto de las mismas causas; así,
las dermatitis provocadas por las sales de cromo. Las dermatitis atribuidas a las
maderas no lo son enteramente; en efecto, las mismas causas pueden no producir
los mismos efectos o no producir del todo, según los individuos.
La sintomatología de las dermatitis provocadas por la madera
es muy variable de un individuo a otro. Entre los factores de c1iferenciación de
los síntomas se pueden anotar con certeza predisposiciones personales, como, por
ejemplo, el estado más o menos graso de la piel, la raza del individuo, su sexo,
sus antecedentes, etc.
Habitualmente se considera que el trabajo de la madera es sano;
sin embargo, los casos de tuberculosis entre los obreros que trabajan la madera
son bastante numerosos. Aun cuando son un tanto raros entre los obreros que
trabajan al aire libre, como los leñadores, por ejemplo, son frecuentes entre
los que trabajan en una atmósfera confinada.
Los polvos de la madera penetran en los bronquios y los
pulmones y pueden causar molestias. Estas en general son ligeras, pero favorecen
entre los sujetos predispuestos a la tuberculosis.
lnvestigación de las causas de intoxicación
La intoxicación puede ser provocada por una acción fisica,
por una acción quimica, por una acción
biológica o por una combinación de estas acciones.
Las predisposiciones naturales son muy importantes, en particular
las cuestiones de raza. Se ha comprobado entre los obreros europeos que sufren dermatitis
o inconvenientes respiratorios debidos a la madera, que la mayoria son de tipo
nórdico. El obrero de gran talla1 rub:o, de pelo claro y ojos azules es mucho
mas sensible que el obrero pequeño, de pelo negro, pie! moreno y ojos oscuros.
A.notemos a este respecto dos hechos interesantes :
a) La estad1stica de las dermatitis entre profesiona:es es
menos elevada en Italia
que en Belgica y en Gran Bretafia.
b) Mientras que el Iroko (A.bang) es muchas veces
acusado de toxicidad en las astilleros europeos, en el Sindicato de Estudios y de
Empresas del Congo, importante sociedad belga, ha hecho trabajar el Iroko d.urante
mas de veinte años en sus numeerosas fábricas v serrerías de Africa, donde
trabajan sobr; todo negros, sin que se haya señalado un sólo accidente.
El estado de la piel tiene igualmente su ·mportancia. Se ha
comprobado que ciertas pie'es grasas retienen mas facilmente que las pie!es
secas las sustancias tóxicas que son liposolubles. Par el contrario, ciertas irritaciones
que al parecer son debidas a una acción mecanica, a partkulas de silice, por ejemplo,
atacan mas especialmente las pieJes secas, y es que las partkulas de silice no
estan detenidas par la pelicula de protección, formada por las cuerpos grasos
antes de tocar la piel.
E! sexo es igualmente otro factor que hav que considerar. Al
parecer, en terminos
generales, y' despues de algunos resultados que hemos
podido controlar, las mujeres son mas sensibles que los hombres.
Pero el numero de estos casos es minimo, pucsto que las
mujeres no se deciden apenas a trabajar la madera; tambien son insuficientes los
resultados obtenidos para poder estab:ecer una conclusion formal.
El individuo que tiene o que ha tenido una enfermedad de la
piel es mucho mas
susceptible que el que esta sano.
En fin, el factor limpieza personal juega igualmente ; las
individuos aseados estan
menos suj etos a contraer dermatitis que los que no lo son.
Puede que exista una predisposición hereclitaria a contraer
ciertas afecciones, de
!as que se puede acusar a la madera de ser responsable. un caso
muy interesanfr ha sido anotado a este respecto por Spillmann ; este autor
observó a un enfermo que era particularmente sensible a los polvos de la madera
de Roble ; pues bien, comprobó la misma sensibilización en su tío y su abuelo paterno.
Está ahora completamente admitido que los casos de
intoxicación provocados par la madera son fenómenos de sensibilización.
Longin ha podido observar a un obrero que tenía una crisis
de asma cada vez y tan pronto como penetraba en una parcela de bosque de reciente
exp1otación en la que se encontraban entre otras las siguientes especies: Ropinier
(falsa acacia), Roble, Álamo. El hecho de que ciertos casos de intoxicación
hayan podido ser tratados par extractos de maderas acusadas comas tóxicas,
demuestra que se trata de fenómenos de sensibilización.
Además, se han señalado varios casos de auto vacunación de
individuos sensibles; en particular de bastantes obreros que, no habiendo trabajado
nunca el Iroko (Abang), se han sentido indispuestos por sus polvos, ligeramente
la mayoría de ellos; la mayor parte se habitúan muy rápidamente y al cabo de algunas
semanas no sienten molestias; se han adaptado. Inversamente, la sensibilización
puede provenir después de cierto tiempo; por ejemplo, hemos encontrado que
varios obreros que trabajan desde hace veinte años en ebanistería se volvieron sensibles
de repente con maderas en que hasta entonces y en muchos años nunca habían
sentido molestias tras de ellos se volvieron bruscamente sensibles a la madera de
Rosa.
Fenómenos debidos a una acción física
Entre los obreros que trabajan la madera, los que practican ·
__ _el lijado, son los que más a menudo se intoxican con los polvos, Se comprende
_ello, · puesto que al lijar es cuando se producen ·los polvos más finos.
Se podría pensar que las partículas de madera penetrantes en
los bronquios y en piel cuanto más pequeñas sean, es decir, que las pequeñas partículas
serían más nocivas que las gruesas. Sin embargo, no es así, y los resultados son
discutidos · la influencia del tamaño -de -las partículas de polvo sobre 1os
pulmones y sobre la piel son objeto de importantes trabajos que prosiguen
actualmente.
En el estado actual de nuestros conocimientos se puede afirmar
que en el caso de polvos fibrosos --como son los polvos minerales que nos
interesan- los más peligrosos para los pulmones son los polvos de grandes
dimensiones; por el contrario, estos son ordinariamente menos peligrosos para la
piel que los de pequeñas dimensiones.
En. el caso de los polvos minerales (sílice, por ejemplo), las
partículas más pe~
pequeñas son las más nocivas para los pulmones.
Con ayuda de las investigaciones en curso sobre las maderas tóxicas,
se podrían determinar los principi0s, a partir de los cuales los polvos de cada
especie se vuelven peligrosos; Límites de grosor, que condicionan prácticamente
su penetración en el organismo por las vías respiratorias v cutáneas; Límites más
allá de los cuales o entre los cuales las partículas son tóxicas, etcétera. Es muy
verosímil que en ciertos casos existe un corte mínimo, por debajo del cual los po1vos
de una madera reputada tóxica no son nocivos. En todo caso · las cantidades de
polvo de madera que pueden ser inhalados hasta los bronquios o los pulmones son
débiles; muchos ·polvos son demasiado gruesos para ser inhalados los que están
humedecidos por las secreciones de la nariz y de la garganta, y retenidos por
las mucosas, no penetran hasta los pulmones.
Acción química
Es un fenómeno de intoxicación descrito por Bisset y que es
muy interesante porque la madera acusada ha sido perfectamente identificada
(Dysoxylum Muelleri Benth), ha sido aislada una sustancia blanca por el Departamento
de Fisiologia de la Universidad de Melbourne. Esta sustancia es al parecer, responsable
de las hemorragias de la nariz y de la irritación de los pulmones, que impiden
el trabajo de la madera de Anacardiácea en cuestión. El examen anatómico de la
madera muestra numerosos depósitos blanquecinos en las células de las bandas parenquimatosas
concéntricas. Estos depósitos aparecen como glóbu1os poco más o menos esféricos,
traslucidos, apretados los unos contra los otros. Se los observa particu1armente
bien en un corte longitudinal tangencial.
En Tagayasan la sustancia tóxica ha sido identificada en la chrysofanhydroanthrone.
En el árbol de la laca, es el urishiol el responsable de los
accidentes; es tóxico en dosis débiles: 15 x 10 -ó cm3. En 1l Peroba amarella se
ha encontrado la aspidospermina. En la Antiaris toxicaria Lesch, se han podido
aislar dos sustancias que se consideran tóxicas: la antiarina y el antiarol;
pero estas sustancias, que son polvos del corazón y que provocan una irritación
y una hinchazón de las mucosas, se encuentran principalmente en las cortezas,
siendo raras en las maderas.
Estos casos no son los {micos, en los que se han podido
descubrir fenómenos tóxicos; Falta aún muchas informaciones. Se sabe, por otra
parte, que uno de los polvos más activos para el organismo humano es el ácido cianhídrico,
este acido ha sido · descubierto en cantidades muy pequeñas, la mayoría de las
veces en más de 250 especies vegetales; entre estas las más corrientes o
conocidas son:
Las Moraceas, en particular de los géneros: Ficus, Morus, Artocarpus;
Leguminosas (Mimosa pudica, Tamarindus índica, Caccia, Albizzia, la Acacia
farnesiana, etc.). Se encuentran también en esta lista siete Tiliaceas, seis
Sterculiaceas, seis Rutaceas, entre ellas el Naranjo comúm, cinco Meliaceas, entre
las cuales son Melia Azedarach L., Swietenia Macrophylla King, Disoxylum
Decandrum Merr.; una Pinacea, Agathis alba Foxw., los Ebanos y la Teca.
La mayor parte de las veces el ácido cianhídrico ha sido encontrado
en los extractos de hojas o en las cortezas. Algunas veces también fue hallado
en la madera, pero en dosis muy débiles.
Intoxicación por productos anexos
Todos los accidentes señalados entre los obreros que
trabajan la madera no son imputables directamente a este material.
Los casos de dermartitis debidos a la madera son menos
numerosos que los debidos a los productos con los cuales se trabaja la madera, en
particular soluciones de potasa o de sosa y líquidos para pulir que son a menudo
a base de alcohol etílico y de alcohol desnaturalizado.
Estos líquidos provocan frecuentemente urticarias, eritemas,
eczemas; los vapores del alcohol pueden irritar los ojos y provocar bastante a
menudo blefaritis o conjuntivitis.
Los adhesivos a base de urea formaldehido o fenol-formaldehido
son frecuentemente responsables de accidentes más o menos benignos. Las colas
animales no provocan sino accidentes muy ligeros; sin embargo, la caseína
mezclada puede dar una sustancia alcalina caustica capaz de irritar la piel y
de provocar irritaciones que a veces, aunque es raro, producen pequeños derrames
sanguíneos. Las colas sintéticas provocan accidentes más graves: el elemento formaldehido
que se encuentra en su composición es esencialmente lo que le hace nocivo. Aun cuando
los vapores pueden irritar los ojos, es sobre todo el contacto con el líquido
lo que hay que temer.
Los barnizadores están sujetos a las dermatitis debidas a
los nitratos y a los acetatos, sustancias estas que están frecuentemente disueltas
en estos disolventes volátiles para constituir la base de numerosas lacas
artificial es.
Muchos venenos y tóxicos provienen de los vegetales; pero
raramente de sus partes de madera; lo más corriente, de las hojas y de las raíces.
Se ha señalado que los negros africanos pueden extraer de la corteza de Fagara
angolensis Engler (Rutácea) un veneno violento; por esta razón se ha acusado a
la madera de Fagara de ser tóxica. También se puede extraer de las hojas y
cortezas de Mansonia altissima A. Chev. Un veneno muy violento del que ciertos
elementos constitutivos se encuentran en otras Sterculáceas; pero en la madera
de esta especie no se descubierto absolutamente nada que pueda ser nocivo o
tóxico.
De la corteza del Elón, la Erythrophleum guineense G. Don.
Elon se extrae un veneno bien conocido de los habitantes de la costa del Golfo
de Guinea. Esto hace un conocimienio de estas cortezas que toman un color rojo
sangre; este conocimiento lo utilizan en los juicios que presiden los hechiceros
para descubrir a los malhechores: se hace beber este líquido a los sospechosos:
si es culpable, debe morir; si no es culpable, vomitara el brebaje. Como las
sustancias químicas nocivas al organismo están asociados a una gran cantidad de
taninos, la absorción del líquido en cuestión provoca casi siempre vómitos
espasmódicos bajo el efecto de las contracciones debidas al tanino. No se ha
encontrado huella de este veneno en la madera de E. guinense.
Tratamientos
Los tratamientos son de dos · clases · los que conciernen a
las afecciones de la piel y 1os que atañen a las afecciones respiratorias.
Para las afecciones de la piel se recomiendan las cremas y
los cuerpos grasos neutros. En el estado actual de nuestros conocimientos a
menudo el tratamiento se reduce a dejar pasar el mal que se va aminorando en
unos días.
Las afecciones del sistema respiratorio se convierten
frecuentemente en síntomas asmáticos.
El tratamiento será el mismo que para el asma. Se prescriben
a veces narcóticos dulces; se indican igualmente otros remedios que favorecen la
relajación, aun
cuando no curan de modo permanente, sino únicamente alivian
al enfermo: tabletas de epliedrin, adrenalina en inyección o en inhalación, aspirina,
yoduro de potasio, etcétera.
En todos los casos, la elección del tratamiento y de los medicamentos deberá encomendarse al médico.
Se han hecho ensayos de tratamientos por la acupunci6n que
ban revelado eficaces.
Quizá este método sea el mejor. Es interesante igualmente anotar
que ciertos médicos han ensayado tratamientos específicos de sus enfermos con
extractos de madera; Schweisbeimer cita un médico que hizo una vacuna a base de
extractos combinados de tres especies que provocaban molestias a uno de sus enfermos;
con inyecciones repetidas logró mantener el estado asintomático de este que podía
entonces manipular y trabajar sin ninguna manifestación desagradable las maderas
que antes provocaron sus males.
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