miércoles, 30 de abril de 2025

Qué se debe creer sobre la toxicidad de ciertas maderas (Revista Madera y corcho, 1957)

Artículo publicado por la revista Bois et Forets y traducido por Antonio Iglesias, secretario Asesor del Sindicato Maderero de Guinea.

MADERAS TOXICAS

Algunas maderas pueden provocar a veces accidentes fisiológicos en la mayoría de los casos dermatitis. Si las causas químicas o físicas permanecen hasta el día de hoy mal conocidas, todavía está establecido que en general se trata de fenómenos de sensibilización afectando a cada individuo según su propia receptividad.

Los casos tóxicos son tan raros y sus efectos molestan tan poco, que las especies incriminadas no merecen ser puestas de lado. Las precauciones para evitar tales accidentes son sencillas y de costo insignificante.

Entre los obstáculos susceptibles de retrasar el desarrollo de la utilización de las maneras tropicales se señalan a veces algunas de entre ellas que producen al trabajarlas polvos nocivos que ocasionan a los obreros irritaciones y diversas molestias patológicas. De vez en cuando son divulgadas informaciones más o menos exactas entre el público o en los medios del comercio, de la artesanía y de la industria que frenan el desarrollo de ciertas especies, haciendo que en dichos medios se tenga una verdadera desconfianza entorpeciendo los trabajos en la madera. Hemos pensado que el problema merecía ser estudiado; también nos hemos esforzado en reunir una documentación objetiva sobre la cuestión, especialmente interrogando directamente a muchos trabajadores o especialistas de la madera: forestales, aserradores, carpinteros, ebanistas, industriales, hombres de ciencia, etc. A todos agradecemos vivamente los informes que amablemente nos han suministrado. Indicaremos más adelante los principales hechos observados; después de imponer su justo valor a las exageraciones respecto de algunas especies, examinaremos sucintamente las precauciones simples que conviene adoptar para evitar los accidentes de toxicidad. Actualmente se están realizando trabajos de laboratorios bastante numerosos; sus principales objetivos son la investigación y la identificación de las maderas a las que se atribuyen sustancias toxicas o susceptibles de volverse toxicas en un momento cualquiera del trabajo que se realiza con las mismas. próximamente, esperamos estar en disposición de dar a conocer algunos resultados ciertamente positivos en un estudio sobre la captación y análisis de los polvos de madera.

HISTORIA

Es muy verosímil que desde la más remota antigüedad los trabajadores se haya comprobado que algunos de entre ellos se ponían indispuestos cuando utilizaban ciertas especies.

Es posible que los obreros del templo de Salomón sangrasen por la nariz al cepillar la madera de Teca que procedía de las Indias, o bien los emisarios de la reina Hatchepsut en Hadhramaut o en el país de Pount sintieran la imperiosa necesidad de rascarse después de haber cortado los árboles de mirra y otros de los cuales extrañan las resinas, los nardos y los inciensos de los que los sacerdotes de los faraones hacían un enorme consumo. Pero todo esto no es, aunque verosímil, nada más que hipótesis.

La primera relación que se conoce de un fenómeno de toxicidad de una madera se

encuentra en un viejo documento chino del siglo VII antes de Jesucristo: el Ping Yuan Hon Lun; el Rhus vernicifera, del cual Jos barnizadores del Extremo Oriente extraían sus barnices tan preciosos y en cuyo documento se cita que provocaban dermatitis diversas.

Plinio el Joven refiere, por otra parte, que la esencia del pino puede irritar la piel. Escribe que se ha visto a obreros que cortaban pinos tener la respiración impedida debido a la inhalación del olor de estos árboles y producir vivas irritaciones de la piel que Les impedían trabajar. Es curioso comprobar esto por las prohibiciones 1ue han sido hechas en numerosas empresas de pintura y de ebanistería, particularmente de utilizar esencias de trementina de origen sueco.

En estas empresas se denunciaron numerosos casos de dermatitis vesícula eritematosas de las manos y de la cara .. Una encuesta demostró que estos accidentes sobrevenían al sustituir, por razones económicas, una esencia de trementina de origen sueco par la esencia de trementina francesa. Resulta que la esencia sueca proviene de la destilación directa de ciertas maderas resinosas,

especialmente del género Pinus, mientras que la esencia francesa precede de la destilación de la resina. La esencia sueca contiene sustancias agresivas y sensibilizantes, terpenos en particular I que no existen o se hallan en débil cantidad en las esencias francesas.

La vuelta al empleo de las esencias francesas hizo que cesaran los accidentes observados.

Las coníferas son raramente incriminadas por los detractores que huyen de los fenómenos de toxicidad. Sin embargo, Peche he ha señalado que todas las coníferas puedan eritemas, así como también eczemas o fenómenos erisipeloides. Han sido hechas racionalmente experiencias en particular por el Dr. Raoul Bernard, quien ha demostrado la toxicidad de la esencia de pino sabre ciertos individuos. La primera observación sistemática que conocemos de un fenómeno de toxicidad imputable a la madera se debe a Jonwa, quien observó en 1893 a los obreros de los astilleros navales de la Clyde. Estos trabajan en especies muy diversas; entre ellos Jones noto que sufrían picazones y sangraban de 1a nariz. Igualmente, en el año 1893 Sternberg hizo una encuesta sistemática entre los obreros carpinteros y ebanistas de Viena en Austria.

En 1902 Oliver observo diversos casos en Edimburgo entre los obreros de los astilleros navales. Comprobó que las intoxicaciones sobrevenían con especies bien determinadas y las atribuyó a la sequoia, la madera de rosa y la madera satinada. En estos trabajos anotamos dos puntos interesantes:

1º Las maderas así acusadas están mal definidas; el problema de la identificación está mal resuelto; las etiquetas de Oliver «sequoia», «madera de rosa», «madera satinada», nos parecen muy imprecisas y no nos permiten señalar una madera bien determinada, una especie. Numerosas observaciones de fenómenos de toxicidad de la madera pierden casi todo su valor porque la madera no ha sido identificada correctamente.

2º Las maderas incriminadas son casi siempre maderas importadas; es curioso notar que las acusaciones de toxicidad han sido hechas contra las maderas procedentes del extranjero casi siempre. Por otra parte, si se dividen las especies en dos grandes grupos esquemáticos: maderas templadas y maderas tropicales, el informe de las maderas tóxicas y de las maderas no tóxicas es sensiblemente el mismo en estos dos grupos.

¿Qué especie ha adquirido mejor carta de ciudadanía entre nosotros que el roble? Sin embargo, le atribuyen numerosas molestias fisiológicas.

Por primera vez en 1905 Ewans acusa a la madera de teca de ser la autora de dermatitis diversas. La acusación se ha hecho repetidamente colocando a menudo esta madera en primer lugar entre las más toxicas.

Este lugar poco envidiable le ha sido arrebatado actualmente, al parecer, por el iroko (annang), cuya nocividad ha sido señalada desde 1914 por Loro.

El año 1907 vio la aparición en Londres de un importante informe oficial ordenado por el Gobierno Británico; en dicho informe se mencionaron todos los casos de intoxicación observados en los años precedentes. Las conclusiones son bastante ligeras, sin embargo, el autor insiste sobre el hecho de que las maderas exóticas son a menudo la causa; señala igualmente la rareza de los casos y su ligereza; prescribe a título preventivo una careta para el polvo.

Horand acusa a dos maderas en el debate en 1914: el palisandro y el castaño. No precisa de que palisandro ni de que castaño se trata, ni de donde provienen los que él ha visto provocar los accidentes.

Peche fija en 1939 una nueva orientación al asunto. Señala diversos fenómenos: flictenas debidas al nogal satinado de América, urticaria pruriginosa producida por la madera de rosa de las Indias, eczema provocado por la teca de Asia, dermatitis en forma de erisipela por el avodire y diversos fenómenos eczematiformes debidos a la madera de ámbar o humamelidea, al limonero, al olon, al makore . En fin, el zenga de las Indias es señalado como susceptible de provocar una dermatitis muy pruriginosa, molestias nerviosas y fenómenos graves que pueden provocar la muerte.

En 194ó Jones insistió en un informe sobre el hecho de que las maderas exóticas no eran las {micas capaces de provocar intoxicaciones.

Cita el roble y el haya entre las esencias que irrefutablemente han causado dermatitis y refiere casos imputables a la corteza del abedul y al castaño.

Entre las especies templadas el roble es el frecuentemente acusado. En particular es preciso citar los accidentes debidos a la «madera verde» o «roble de mayo». Cuando los cortes son muy tardíos las maderas recobran su vigor, les circula la savia y es bastante corriente observar dermatitis entre los leñadores que abaten los robles que comienzan a revivir en esta época del año.

Además del roble también han sido acusados otros arboles; entre ellos el haya, algunas veces el álamo --citado por primera vez, al parecer, por Pusey-, el castaño, la falsa acacia, el abedul. El aserrado del citiso puede provocar dermatitis, irritaciones de la garganta, vómitos, dolores de vientre, mal de cabeza, desvanecimientos y aún sincopes. El aserrado de ciertos arces produce a veces ligeros accidentes pulmonares; al parecer estos son provocados por partículas de sílice retenidas por la madera.

Todas las resinosas y el Gymnocladus en particular han sido consideradas por diversos autores como capaces de provocar irritaciones.

Parece que en la mayor parte de los casos estas irritaciones son debidas a las resinas o a las esencias.

SINTOMAS

La gama de los síntomas observados en los diferentes casos de intoxicación por la madera es bastante extensa. La mayor parte pueden provocar irritaciones de la piel o de las mucosas.

. Generalmente las partes expuestas a los polvos se ponen rojas. Después se forman hinchazones, vejigas, granos, pústulas. Estos síntomas, acompañados de ordinario por una sensación de malestar, pesadeces, una vaga somnolencia, inapetencia más o menos manifiesta, vértigos, irregularidad en los movimientos del corazón, sudores fríos, opresión retroesternal; la garganta está seca, irritada, la respiración se hace difícil; se reconocen en totalidad o en parte los síntomas de bronquitis y sobre todo de asma. Es muy importante compulsar este paralelo con el asma, observando que existe entre algunos obreros una predisposición manifiesta que se opone a la costumbre de la mayoría. Es Vechselmann quien primero habla de anafilaxia en 1909; este había notado que una importante población observada de ebanistas y carpinteros, los intoxicados par la madera, eran en su mayoría antiguos eczematosos; su primer eczema había sido contraído en circunstancias muy diversas; después de una curación aparentemente total habían vuelto a su trabajo; sensibilizados por su primer acceso eczematoso tuvieron rápidamente un segundo acceso, provocado por la inspiración de polvos de madera. Desgraciadamente las esencias causantes no fueron rigurosamente identificadas. Techselmann observó igualmente que los síntomas aparecían sobre todo en individuos débiles o mal nutridos.

Los síntomas varían de un individuo a otro; varían también en cuanto a la madera responsable. Hay probablemente un efecto especifico de tal o cual sustancia química.

La vía de entrada tiene muy ciertamente importancia, según que un mismo polvo de madera tóxica sea inalada o solamente se ponga en contacto con las manos podrá haber una intoxicación en forma de asma en el primer caso o de simples rojeces localizadas en el segundo.

Se sabe de casos que en la irritación se produjo en toda la parte del cuerpo que estuvo expuesta. Así, la madera Metopium Brownei Urban el polvo negro de la madera de Honduras británica, del Yucatán, de Guatemala, del Estado de Veracruz v de las Grandes Antillas causa una inflamación dolorosa y duradera de la parte del cuerpo con la cual haya estado en contacto. El polvo blanco de la madera de las mismas regiones madera Cameraria Belizensis, Stand: Apocynacia, causa efectos parecidos, quizá menos duraderos, pero nadie escapa a su acción; todos los que la tocan son atacados.

Los síntomas de intoxicación que pueden producirse no sobrevienen generalmente sino al cabo de un contacto bastante prolongado con la madera, del orden de varios minutos a varias horas. Sucede, sin embargo, que el paciente no se vuelve sensible sino al cabo de numerosos años de trabajo. Hay ebanistas que trabajan toda su vida sin inconveniente en maderas consideradas como tóxicas: el Angélico, la madera de Rosa, los Palisandros, y bruscamente, se vuelven sensibles y se sienten enfermos o intoxicados.

En algunos casos excepcionales es suficiente un contacto muy breve con la especie responsable para que sobrevengan las primeras manifestaciones anormales; los eucaliptus E. hemiphloia y E. maculata son temidos por los indígenas de Nueva Zelanda porque el látex que contienen sus cortezas es muy irritante para la pie] y porque por el solo hecho de aproximarse a uno de estos 3 árboles basta para provocar la explosión le bolsas de látex y la proyección de la sustancia nociva.

Generalmente las maderas frescas son las más tóxicas-. Parece que ciertas sustancias nocivas son conducidas por la savia, y estas amenguas probablemente después que la madera ha estado largo tiempo expuesta al aire, por las oxidaciones que modifican y anulan su toxicidad. En algunos casos las maderas viejas son más tóxicas que las maderas frescas; tocar viejos muebles muy usados de madera de Aroeira origina a menudo irritaciones violentas de la piel, mientras que los muebles recientes o la madera fresca no son prácticamente tóxicos; al parecer el uso de las maderas que tienen en su superficie sustancias sólidas quizá la sílice es lo que hace que se lastime la piel a su contacto.

Las molestias producidas por la toxicidad de las maderas son esencialmente dermatitis y fenómenos de intoxicación respiratoria.

Estas dermatitis están delimitadas al ejercicio de una profesión y se llaman dermatitis profesionales».

Se llaman dermatitis orto-órgicas las que se producen siempre en un individuo cualquiera bajo el efecto de las mismas causas; así, las dermatitis provocadas por las sales de cromo. Las dermatitis atribuidas a las maderas no lo son enteramente; en efecto, las mismas causas pueden no producir los mismos efectos o no producir del todo, según los individuos.

La sintomatología de las dermatitis provocadas por la madera es muy variable de un individuo a otro. Entre los factores de c1iferenciación de los síntomas se pueden anotar con certeza predisposiciones personales, como, por ejemplo, el estado más o menos graso de la piel, la raza del individuo, su sexo, sus antecedentes, etc.

Habitualmente se considera que el trabajo de la madera es sano; sin embargo, los casos de tuberculosis entre los obreros que trabajan la madera son bastante numerosos. Aun cuando son un tanto raros entre los obreros que trabajan al aire libre, como los leñadores, por ejemplo, son frecuentes entre los que trabajan en una atmósfera confinada.

Los polvos de la madera penetran en los bronquios y los pulmones y pueden causar molestias. Estas en general son ligeras, pero favorecen entre los sujetos predispuestos a la tuberculosis.

 

lnvestigación de las causas de intoxicación

La intoxicación puede ser provocada por una acción fisica, por una acción  quimica, por una acción biológica o por una combinación de estas acciones.

Las predisposiciones naturales son muy importantes, en particular las cuestiones de raza. Se ha comprobado entre los obreros europeos que sufren dermatitis o inconvenientes respiratorios debidos a la madera, que la mayoria son de tipo nórdico. El obrero de gran talla1 rub:o, de pelo claro y ojos azules es mucho mas sensible que el obrero pequeño, de pelo negro, pie! moreno y ojos oscuros.

A.notemos a este respecto dos hechos interesantes :

a) La estad1stica de las dermatitis entre profesiona:es es menos elevada en Italia

que en Belgica y en Gran Bretafia.

b) Mientras que el Iroko (A.bang) es muchas veces acusado de toxicidad en las astilleros europeos, en el Sindicato de Estudios y de Empresas del Congo, importante sociedad belga, ha hecho trabajar el Iroko d.urante mas de veinte años en sus numeerosas fábricas v serrerías de Africa, donde trabajan sobr; todo negros, sin que se haya señalado un sólo accidente.

El estado de la piel tiene igualmente su ·mportancia. Se ha comprobado que ciertas pie'es grasas retienen mas facilmente que las pie!es secas las sustancias tóxicas que son liposolubles. Par el contrario, ciertas irritaciones que al parecer son debidas a una acción mecanica, a partkulas de silice, por ejemplo, atacan mas especialmente las pieJes secas, y es que las partkulas de silice no estan detenidas par la pelicula de protección, formada por las cuerpos grasos antes de tocar la piel.

E! sexo es igualmente otro factor que hav que considerar. Al parecer, en terminos

generales, y' despues de algunos resultados que hemos podido controlar, las mujeres son mas sensibles que los hombres.

Pero el numero de estos casos es minimo, pucsto que las mujeres no se deciden apenas a trabajar la madera; tambien son insuficientes los resultados obtenidos para poder estab:ecer una conclusion formal.

El individuo que tiene o que ha tenido una enfermedad de la piel es mucho mas

susceptible que el que esta sano.

En fin, el factor limpieza personal juega igualmente ; las individuos aseados estan

menos suj etos a contraer dermatitis que los que no lo son.

Puede que exista una predisposición hereclitaria a contraer ciertas afecciones, de

!as que se puede acusar a la madera de ser responsable. un caso muy interesanfr ha sido anotado a este respecto por Spillmann ; este autor observó a un enfermo que era particularmente sensible a los polvos de la madera de Roble ; pues bien, comprobó la misma sensibilización en su tío y su abuelo paterno.

Está ahora completamente admitido que los casos de intoxicación provocados par la madera son fenómenos de sensibilización.

Longin ha podido observar a un obrero que tenía una crisis de asma cada vez y tan pronto como penetraba en una parcela de bosque de reciente exp1otación en la que se encontraban entre otras las siguientes especies: Ropinier (falsa acacia), Roble, Álamo. El hecho de que ciertos casos de intoxicación hayan podido ser tratados par extractos de maderas acusadas comas tóxicas, demuestra que se trata de fenómenos de sensibilización.

Además, se han señalado varios casos de auto vacunación de individuos sensibles; en particular de bastantes obreros que, no habiendo trabajado nunca el Iroko (Abang), se han sentido indispuestos por sus polvos, ligeramente la mayoría de ellos; la mayor parte se habitúan muy rápidamente y al cabo de algunas semanas no sienten molestias; se han adaptado. Inversamente, la sensibilización puede provenir después de cierto tiempo; por ejemplo, hemos encontrado que varios obreros que trabajan desde hace veinte años en ebanistería se volvieron sensibles de repente con maderas en que hasta entonces y en muchos años nunca habían sentido molestias tras de ellos se volvieron bruscamente sensibles a la madera de Rosa.

Fenómenos debidos a una acción física

Entre los obreros que trabajan la madera, los que practican · __ _el lijado, son los que más a menudo se intoxican con los polvos, Se comprende _ello, · puesto que al lijar es cuando se producen ·los polvos más finos.

Se podría pensar que las partículas de madera penetrantes en los bronquios y en piel cuanto más pequeñas sean, es decir, que las pequeñas partículas serían más nocivas que las gruesas. Sin embargo, no es así, y los resultados son discutidos · la influencia del tamaño -de -las partículas de polvo sobre 1os pulmones y sobre la piel son objeto de importantes trabajos que prosiguen actualmente.

En el estado actual de nuestros conocimientos se puede afirmar que en el caso de polvos fibrosos --como son los polvos minerales que nos interesan- los más peligrosos para los pulmones son los polvos de grandes dimensiones; por el contrario, estos son ordinariamente menos peligrosos para la piel que los de pequeñas dimensiones.

En. el caso de los polvos minerales (sílice, por ejemplo), las partículas más pe~

pequeñas son las más nocivas para los pulmones.

Con ayuda de las investigaciones en curso sobre las maderas tóxicas, se podrían determinar los principi0s, a partir de los cuales los polvos de cada especie se vuelven peligrosos; Límites de grosor, que condicionan prácticamente su penetración en el organismo por las vías respiratorias v cutáneas; Límites más allá de los cuales o entre los cuales las partículas son tóxicas, etcétera. Es muy verosímil que en ciertos casos existe un corte mínimo, por debajo del cual los po1vos de una madera reputada tóxica no son nocivos. En todo caso · las cantidades de polvo de madera que pueden ser inhalados hasta los bronquios o los pulmones son débiles; muchos ·polvos son demasiado gruesos para ser inhalados los que están humedecidos por las secreciones de la nariz y de la garganta, y retenidos por las mucosas, no penetran hasta los pulmones.

Acción química

Es un fenómeno de intoxicación descrito por Bisset y que es muy interesante porque la madera acusada ha sido perfectamente identificada (Dysoxylum Muelleri Benth), ha sido aislada una sustancia blanca por el Departamento de Fisiologia de la Universidad de Melbourne. Esta sustancia es al parecer, responsable de las hemorragias de la nariz y de la irritación de los pulmones, que impiden el trabajo de la madera de Anacardiácea en cuestión. El examen anatómico de la madera muestra numerosos depósitos blanquecinos en las células de las bandas parenquimatosas concéntricas. Estos depósitos aparecen como glóbu1os poco más o menos esféricos, traslucidos, apretados los unos contra los otros. Se los observa particu1armente bien en un corte longitudinal tangencial.

En Tagayasan la sustancia tóxica ha sido identificada en la chrysofanhydroanthrone.

En el árbol de la laca, es el urishiol el responsable de los accidentes; es tóxico en dosis débiles: 15 x 10 -ó cm3. En 1l Peroba amarella se ha encontrado la aspidospermina. En la Antiaris toxicaria Lesch, se han podido aislar dos sustancias que se consideran tóxicas: la antiarina y el antiarol; pero estas sustancias, que son polvos del corazón y que provocan una irritación y una hinchazón de las mucosas, se encuentran principalmente en las cortezas, siendo raras en las maderas.

Estos casos no son los {micos, en los que se han podido descubrir fenómenos tóxicos; Falta aún muchas informaciones. Se sabe, por otra parte, que uno de los polvos más activos para el organismo humano es el ácido cianhídrico, este acido ha sido · descubierto en cantidades muy pequeñas, la mayoría de las veces en más de 250 especies vegetales; entre estas las más corrientes o conocidas son:

Las Moraceas, en particular de los géneros: Ficus, Morus, Artocarpus; Leguminosas (Mimosa pudica, Tamarindus índica, Caccia, Albizzia, la Acacia farnesiana, etc.). Se encuentran también en esta lista siete Tiliaceas, seis Sterculiaceas, seis Rutaceas, entre ellas el Naranjo comúm, cinco Meliaceas, entre las cuales son Melia Azedarach L., Swietenia Macrophylla King, Disoxylum Decandrum Merr.; una Pinacea, Agathis alba Foxw., los Ebanos y la Teca.

La mayor parte de las veces el ácido cianhídrico ha sido encontrado en los extractos de hojas o en las cortezas. Algunas veces también fue hallado en la madera, pero en dosis muy débiles.

 

Intoxicación por productos anexos

Todos los accidentes señalados entre los obreros que trabajan la madera no son imputables directamente a este material.

Los casos de dermartitis debidos a la madera son menos numerosos que los debidos a los productos con los cuales se trabaja la madera, en particular soluciones de potasa o de sosa y líquidos para pulir que son a menudo a base de alcohol etílico y de alcohol desnaturalizado.

Estos líquidos provocan frecuentemente urticarias, eritemas, eczemas; los vapores del alcohol pueden irritar los ojos y provocar bastante a menudo blefaritis o conjuntivitis.

Los adhesivos a base de urea formaldehido o fenol-formaldehido son frecuentemente responsables de accidentes más o menos benignos. Las colas animales no provocan sino accidentes muy ligeros; sin embargo, la caseína mezclada puede dar una sustancia alcalina caustica capaz de irritar la piel y de provocar irritaciones que a veces, aunque es raro, producen pequeños derrames sanguíneos. Las colas sintéticas provocan accidentes más graves: el elemento formaldehido que se encuentra en su composición es esencialmente lo que le hace nocivo. Aun cuando los vapores pueden irritar los ojos, es sobre todo el contacto con el líquido lo que hay que temer.

Los barnizadores están sujetos a las dermatitis debidas a los nitratos y a los acetatos, sustancias estas que están frecuentemente disueltas en estos disolventes volátiles para constituir la base de numerosas lacas artificial es.

Muchos venenos y tóxicos provienen de los vegetales; pero raramente de sus partes de madera; lo más corriente, de las hojas y de las raíces. Se ha señalado que los negros africanos pueden extraer de la corteza de Fagara angolensis Engler (Rutácea) un veneno violento; por esta razón se ha acusado a la madera de Fagara de ser tóxica. También se puede extraer de las hojas y cortezas de Mansonia altissima A. Chev. Un veneno muy violento del que ciertos elementos constitutivos se encuentran en otras Sterculáceas; pero en la madera de esta especie no se descubierto absolutamente nada que pueda ser nocivo o tóxico.

De la corteza del Elón, la Erythrophleum guineense G. Don. Elon se extrae un veneno bien conocido de los habitantes de la costa del Golfo de Guinea. Esto hace un conocimienio de estas cortezas que toman un color rojo sangre; este conocimiento lo utilizan en los juicios que presiden los hechiceros para descubrir a los malhechores: se hace beber este líquido a los sospechosos: si es culpable, debe morir; si no es culpable, vomitara el brebaje. Como las sustancias químicas nocivas al organismo están asociados a una gran cantidad de taninos, la absorción del líquido en cuestión provoca casi siempre vómitos espasmódicos bajo el efecto de las contracciones debidas al tanino. No se ha encontrado huella de este veneno en la madera de E. guinense.

 

Tratamientos

Los tratamientos son de dos · clases · los que conciernen a las afecciones de la piel y 1os que atañen a las afecciones respiratorias.

Para las afecciones de la piel se recomiendan las cremas y los cuerpos grasos neutros. En el estado actual de nuestros conocimientos a menudo el tratamiento se reduce a dejar pasar el mal que se va aminorando en unos días.

Las afecciones del sistema respiratorio se convierten frecuentemente en síntomas asmáticos.

El tratamiento será el mismo que para el asma. Se prescriben a veces narcóticos dulces; se indican igualmente otros remedios que favorecen la relajación, aun

cuando no curan de modo permanente, sino únicamente alivian al enfermo: tabletas de epliedrin, adrenalina en inyección o en inhalación, aspirina, yoduro de potasio, etcétera.

En todos los casos, la elección del tratamiento y de los medicamentos deberá encomendarse al médico.

Se han hecho ensayos de tratamientos por la acupunci6n que ban revelado eficaces.

Quizá este método sea el mejor. Es interesante igualmente anotar que ciertos médicos han ensayado tratamientos específicos de sus enfermos con extractos de madera; Schweisbeimer cita un médico que hizo una vacuna a base de extractos combinados de tres especies que provocaban molestias a uno de sus enfermos; con inyecciones repetidas logró mantener el estado asintomático de este que podía entonces manipular y trabajar sin ninguna manifestación desagradable las maderas que antes provocaron sus males.

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