martes, 10 de septiembre de 2019

Las columnas de madera de los templos japoneses

Del libro Kioto, del escritor japonés YASUNARI KAWABATA, premio nobel de literatura en 1968, donde explica cómo se pulían las columnas de cedro.


Ella había estado muchas veces en aquel pueblo y había visto trabajar a las mujeres: de los bloques de cedro descortezados previamente por los hombres, ellas iban raspando las fibras, ablan­daban los tablones con agua caliente o fría y los pulían con arena del torrente de Bodai. 
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Tambien Masako volvió los ojos hacia el bosque de cedros. Sus troncos, derechos coma cirios, eran una maravilla. Hasta los penachos de agujas que se les dejaban en lo alto eran pequeñas obras de arte.
La montaña no era ni muy alta ni muy ancha. Los troncos de cedro que crecían en su misma cima, esmeradamente ordenados, se destacaban nítidamente. Estaban destinados a nobles edificios, y ya en el bosque tenían un aspecto elegante. 
Por un lado del río Kiyotaki la ladera tiene una pendiente mas abrupta. En aquella vertiente las lluvias son mas abundantes y el sol mas escaso; por eso crece allí el precioso cedro. Queda protegido contra el viento. Pues donde el viento sopla con fuerza impide la formación de los anillos anuales y los cedros se doblan y se tuercen. 

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